en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

domingo, 27 de junio de 2010

Pidiendo peras al olmo

La carta firmada por casi 700 personas de la diócesis vizcaína, y asumida por miles de feligreses, para que la comunidad eclesiástica local sea tenida en cuenta a la hora de los nombramiento de sus obispos parece ser que ha devuelto a la actualidad la histórica reivindicación de un sector mayoritaria en los últimos años dentro de la Iglesia vasca para participar en el proceso de designación de sus jerarcas, saldada, casi siempre, con pequeñas pero sonadas rebeliones que siempre han quedado en nada o casi nada.

Ha pasado con todos los últimos nombramientos de obispos, desde Añoveros hasta Blázquez, y se ha vuelto a repetir ahora con Iceta y con Munilla. Aunque en el caso de éste último, según señalan algunas fuentes, con "episodios cercanos a la intriga eclesial".

Siempre me ha llamado la atención que gente que voluntariamente se inscribe en una organización que presume de verticalidad, iluminación divina y reconocimiento orgulloso de falta, por innecesaria, de democracia interna, que ya en el nombre lleva adjudicado el origen y la procedencia de su poder, "... y romana", intente cambiar algo consustancial a su ser. Siempre me ha parecido que es pedirle peras al olmo. Pero en libertad, y mientras no intenten salpicar a nadie ajeno al asunto con sus esfuerzos, son muy libres de intentarlo.