en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 21 de enero de 2013

De franceses, yihadistas, invasores y ausentes

Se ha extendido, en mi opinión equivocadamente, la tesis de que Francia está sola en su esfuerzo en curso en Malí. Su decisión fue percibida como cabal, juiciosa, al servicio de la lucha antiterrorista y no, como ocurrió a menudo en el pasado, de intereses materiales franceses.

Malí, un país inmenso y paupérrimo al que el gobierno de París se debe como viejo conquistador y, en 1960, descolonizador. El estado francés se ha visto obligado por razones de conciencia a hacer lo que hace. De hecho, uno tras otro, casi todos los Gobiernos han expresado su apoyo y su comprensión y la prensa europea ha defendido en general la actitud francesa. 

El antiguo invasor no quiere que su antiguo territorio vuelva a ser invadido. Porque los yihadistas invasores, ahora frenados, son forasteros no muy bienvenidos en Kindal, Gao o Tombuctú, donde un ‘islam noir’ –como decía Monteil– se ha acomodado a la perfección a lo largo de los siglos a la contextura vital creada por el desierto, el ancestral tráfico caravanero y un cierto sincretismo religioso que funcionaba a la perfección. Así lo afirmaba este fin de semana Enrique Vazquez en EL CORREO. Y qué quieren que les diga, frenar cualquier intento de unir religión y política, a estas alturas de la vida me parece saludable, higiénico  natural e imprescindible. 

Lástima que estas actuaciones multinacionales no tengan eco y se repitan cuando situaciones catastróficas de hambres y penurias amenazan también a tanta gente en el mismo país.