en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

jueves, 12 de mayo de 2016

Bajo Terapia en el Arriaga

Confieso estar cargado de prejuicios. Admito haber caído en la arrogancia propia del que desconfía de un cartel como el de Bajo Terapia por ser el reparto, casi en su totalidad, un despliegue de caras televisivas. 

Sin embargo, debo reconocer que los prejuicios no iban del todo desencaminados porque las consecuencias de contar con un elenco de “famosos” son que el montaje se convierta en un reclamo para un tipo de público determinado que espera la fórmula a la que nuestras series españolas nos tienen acostumbrados: el personaje arquetípico, la risa fácil, el humor barato. Para los actores en escena es difícil no rendirse a lo que el respetable anhela, no crecerse ante las generosas y ansiosas carcajadas, porque realmente las interpretaciones las merecen, pero se corre el riesgo de obviar que esta comedia de Matías del Federico habla, como todas las buenas comedias, de cosas serias.

Tres parejas se exponen a una inusual terapia en un espacio ideado especialmente para eso y que resulta exactamente como los personajes describen, moderno e impersonal. Saldrán a la luz un sinfín de problemas, algunos más cotidianos, otros no tanto, confesiones, sospechas, verdades y mentiras, un acto público de intimidad. Una comedia muy divertida con un desenlace inesperado al que no se llega como se debería.

Hay mucha fuerza en las tensiones espaciales con las que se juega, las espaldas de algunos personajes en momentos concretos consiguen una rotunda discriminación de personajes y generan cierta incomodidad. Una forma acertada de adelantar acontecimientos.