en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 13 de marzo de 2017

La Esperanza de Triana, el muerto resucitado y el vasco que nada guardando la ropa.

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Dijo que tenía ganas, ánimo, fuerza y que le encantaba ganar. Le faltó explicar que también tenía un sudor frío que le recorría la espalda por aquello tan sobrenatural de que la salud del muerto que ella misma había matado fuera envidiable. Empujada por el pánico, por unos mentores que de tanta carne que han puesto en el asador pudieran pasarse al pescado, y, sobre todo, por el fantasma maldito, Susana Díaz hacía anunciar este domingo a sus heraldos que competiría por la secretaría general del PSOE. ¿Que en qué había quedado aquello de “primero las ideas y después las personas”? Bueno, no vamos ahora a ser puntillosos con el orden de los factores.

A la sevillana la esperaba en el ruedo hasta Marhuenda, cuyo diario le dedicaba hoy un sentido perfil de bienvenida: “La Esperanza de Triana inspira a Susana y nunca le ha fallado”. Con semejantes avales, que sobre los otros ya decidirá su gestora lo que más le convenga, nada puede salirle mal a este “cañón de mujer”, dicho sea en palabras de Zapatero. Los apoyos de Díaz son incontestables. Tiene de su lado al socialismo jurásico, a los reyezuelos de taifas y al PP.

Con el zombi, según se cuenta, no hay entendimiento posible, al contrario de lo que ocurriría con Patxi López, cuya integración, carguitos mediante, está fuera de toda duda, que el vasco no es de los que nadan sin guardar antes la ropa o dejársela a Rubalcaba para que la ponga en una percha. La salvación se llama Susana Díaz y su proyecto “ganador y de mayorías”. Con ella y sus ideas, que están al caer, el socialismo estará en buenas manos una vez más.