El domingo en Madrid, en el manifestódromo se ensalzó la familia hasta límites babosos, la mayor parte respirando falsedad por todos los poros. Como todo lo que no es natural, afloran aspectos que chirrían más de lo que debieran. Por ello, y para compensar las estupideces que tuvimos que ver y oir de esos "fustrados ansiosos de fustrar", merece la pena la lectura de
Humanismo sin Credos.