Ayer le tocó a Luis López en El Correo atacar a los pacifistas que estuvimos en Bilbao en la Gran vía protestando contra el genocidio del gobierno de Israel.
Insiste el hombre en relacionar a todos los allí presentes con los violentos de antes, es decir, el entorno del MLNV, y para presentar el tema, empieza con Nicaragua, el Comité de Solidaridad con Chiapas, etc siguiendo la vieja consigna de mezclarlo todo, enmierdar y mostrar como aprendices de salvajes a los allí presentes.
Subraya que en las partes del mundo donde votamos, leemos y comemos regularmente la violencia, es decir, tirar una valla, siempre es ridícula. Pero parece que deja claro que en las otras partes o en las otras condiciones no. Y el miércoles estábamos protestando contra los que no dejan votar, ni leer ni comer. Contra el que pone vallas en su país para aislar a los que aborrece, asi que tirarle a Netanyahu todas las vallas que ha puesto sería muy recomendable. Y tirar una, simplemente tirar una, en la Gran Vía no es tan ridículo.
Insiste también en que "una protesta bonita, justa y bastante impresionante por multitudinaria contra el genocidio de Gaza acabó con un puñadito de aspirantes a revolucionarios ‘light’ agitando vallas y poniéndose bravos", por tirar al suelo una valla, como si todos los pacifistas tuviésemos que ser gilipollas o ir cantando el «Hare Krishna». Hay mucha gente que no es de "poner la otra mejilla" y sigue considerándose pacifista. Y lo creo.
Parece ser que una vez más habrá que recordar que no hay que confundir el deseo de poder usar solamente métodos democráticos y no violentos con la respuesta que hay que dar a quienes, sabiéndose poderosos, bien armados e indiscutibles en sus decisiones, no dudan en asesinar, torturar o matar de hambre a los que consideran indeseables.
Esa gente se ríe, por no decir algo más fuerte, de cualquier persona bienintencionada que se manifieste bajo eslóganes de "paz y amor" y necesita de "otro" tipo de mensajes para entender que el mundo no es suyo.
Esa gente se ríe, por no decir algo más fuerte, de cualquier persona bienintencionada que se manifieste bajo eslóganes de "paz y amor" y necesita de "otro" tipo de mensajes para entender que el mundo no es suyo.