Los amigos profesionales de Trump y Elon Musk (¡vaya portada de ‘Time’!) en España son Abascal & Company, Esto debería de ayudar al PP a pocicionarse, a desmarcarse, pero sin embargo, no lo hace y así, el PP no crece, y sus expectativas están estancadas y sus líderes y seguidores, sumidos en el desconcierto que provocan los giros de timón de Feijóo (lo del decreto ómnibus ha sido de nota: falta total de perspectiva, de estrategia, objetivos a muy corto plazo, un desastre). ¿Dónde está el problema? ¿Por qué no hay una opinión sólida sobre la irrupción de Trump y su influencia en la ultraderecha europea? El problema es político.
La democracia, que en su expresión más genuina es el voto y la participación, el respeto a las normas y a los resultados mayoritarios y minoritarios, esa democracia está en riesgo de cambios sustanciales. Por eso, todos los que vivimos bajo y contra el bestial franquismo estamos preocupados. Y habrá, de nuevo, desde posiciones muy variadas, que defender lo básico: la democracia como sistema de convivencia.
La democracia significa que la capacidad de decisión descansa en la opinión ciudadana. Si renunciamos a dirigirnos a nosotros mismos, seríamos idiotas. La historia de la Humanidad es terca y olvidarla, propio de débiles mentales. Ningún dictador es bondadoso. La obsesión por el poder y su exhibición es absoluta. ¡Ojo con bajar la guardia!
Mucho cuidado, los derechos tardan mucho en conseguirse, pero pueden desaparecer en un plis plas. Es urgente que el PP revise su estrategia política en general y su relación con Vox en particular, porque si no se delimita con claridad, le acabará parasitando. Y, obviamente, preferimos al PP en el campo de la democracia que en manos de la ultraderecha.
(Roberto Lerchundi hoy en El Correo)
(Roberto Lerchundi hoy en El Correo)