Cuando el poder de la Iglesia le permitía, nos obligaba a toda la ciudadanía a obedecer sus leyes y deseos, y los Viernes Santos obligaban a cerrar cines y lugares de recreo para que todo el mundo, creyese o no, llorase la muerte de su Dios.
Hoy en día, su poder está más limitado y podemos ir al cine un "viernes de pasión". Y aprovechando su estreno, ayer quise ver la película "Gracias a Dios", una película donde se narra el proceso que siguieron las víctimas del sacerdote pederasta Bernard Preynat hasta llegar a los tribunales, donde se ha condenado al mismísimo arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin.
El argumento se basa en la historia de Alexandre, que vive en Lyon con su esposa e hijos. Por casualidad, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Se lanza a un combate al que se unen François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, con el fin de liberarse de sus sufrimientos a través de la palabra. Pero las repercusiones y consecuencias de sus testimonios no dejarán a nadie indemne. Basada en el caso real de Bernard Preynat, sacerdote de la Diócesis de Lyon, acusado en 2016 de abusar sexualmente de decenas de niños.
El tema de Gracias a Dios es sórdido y sobre él imperó durante demasiado tiempo la ley del silencio, pero sospecho que se remonta a los orígenes de la humanidad.
Habla de casos reales que ocurrieron en la ciudad de Lyon. De un cura que abusó sexualmente de decenas de niños. O sea, que no solo se cebó con sus cuerpos, sino que jodió su cabeza y su espíritu a perpetuidad.
Desde hace unos años el asqueroso argumento está de actualidad, pero hasta los habitantes del limbo saben que ha ocurrido siempre. Es la historia del fuerte acorralando al débil, de las impunes violaciones que ejerce el poder sobre los indefensos. Porque quiere, porque puede, porque le dejan.
El violador en serie admite ante ellos su culpabilidad y su remordimiento, el arzobispo es informado, se supone que las autoridades religiosas van a investigar lo condenable, a pedir perdón, a ofrecer reparación, pero todo es una farsa, la eterna y conveniente hipocresía. Ante ello, las víctimas deciden actuar, montar una asociación para enfrentarse al muro ancestral e impenetrable.
Actualmente en la diócesis de Lyon se recibe dos peticiones de apostasía a día. En la página web francesa Apostasiepourtous, se explica los pasos para apostatar, y ha pasado de recibir cien visitas diarias a mil. En el obispado de Estrasburgo, estas demandas se han duplicado desde 2017. En Bilbao el link sería este : apostatar/ experiencias-por-diocesis/ diocesis-de-bilbao
“Un ejemplo de cine veraz y combativo, un modelo de narración aséptica y puntillosa que indaga en el dolor de las víctimas y enlaza diferentes protagonismos para crear una única voz (…). “Gracias a Dios” es un puñetazo en el estómago en toda regla y la sequedad de sus imágenes, la concreción de sus movimientos de cámara, lo afilado de su empaque son sus señas de identidad.