Inda practica un tipo de “periodismo” que corroe y contamina la democracia, aporta poco, fomenta el odio, el insulto y el desprecio a quien con él no coincide; alguien ha llegado a calificarle como “terminal de desinformación”.
En sana y justa compensación no tendría que molestar que, a quien tanto opina y califica a los demás, otros puedan calificarle y opinar de él.
Y resulta también, cuando menos extraño que, para gestionar la política haya necesidad de miles de ministros, diputados, senadores, concejales, asesores… y para opinar sobre ella, apenas dos docenas de tertulianos, y siempre los mismos.