El argumento nos cuenta la historia del empresario alemán Eric Zimmerman, que tras la muerte de su padre, viaja a España para supervisar las delegaciones de su empresa. En la oficina central de Madrid conoce a Judith, una joven de la que se encapricha de inmediato.
Lucía Alemany, conocida por su habilidad para construir personajes complejos en sus obras anteriores, enfrenta aquí el reto de trasladar una historia cargada de erotismo y dinamismo emocional a la gran pantalla. Pero aunque consigue crear algunos momentos visualmente atractivos, el enfoque general carece de cohesión y de la intensidad que la trama exige.
El ritmo de Pídeme lo que quieras es irregular, con escenas que se extienden demasiado y otras que pasan sin causar impacto alguno, Se intenta equilibrar el drama romántico con las dinámicas de poder y deseo, pero el resultado es una narración que nunca termina de despegar, y las escenas eróticas, lejos de ser intrigantes, caen en la monotonía y la falta de sutileza.
La banda sonora pasa desapercibida y en lugar de potenciar el drama y la pasión, se convierte en un acompañamiento que no logra añadir profundidad.
En definitiva, el guion simplifica en exceso los conflictos y la dirección no sabe equilibrar el erotismo y el drama convirtiendo esta adaptación en una experiencia decepcionante.