Cuentan desde la Casa Blanca que Joe Biden le ha dicho a su vicepresidenta Kamala Harris: “Cuando te golpean, hay que levantarse”. Ante mi imposibilidad de comprobar si es cierto o no, me da por pensar en lo difícil que es para el presidente de Estados Unidos y para el común de los mortales asumir cuando nos toca asumir nuestra propia decadencia.
Porque lo malo no es cumplir años, sino reconocer que empiezas a dejar de ser tú mismo. Cualquiera que haya convivido con esos que un día fueron jóvenes y luego fueron ancianos saben lo complicado que es este asunto. Quién le pone el cascabel al gato. Quién asume ese rol difícil, ingrato, y los golpes que recibirá por hacerlo. Quién le dice al que te enseñó a nadar y a montar en bici que tiene que dejar de conducir porque los reflejos ya no son los de antes, porque el peligro al volante ya no son los otros, sino tú.
Pienso en todo eso y en que ninguno de sus asesores serán los indicados para hacerlo. Uno nunca puede decirle a un jefe que ya no está para según qué trotes, porque las cosas funcionan a sí, a base de mentiras piadosas y a veces también a base de hipocresía.