Las instituciones forales y municipales surgidas tras las elecciones del 22 de mayo ya se han constituido. Hay que olvidarse de lo que se pudo hacer, y no se hizo, de lo que se debió decir, y no se dijo, de lo que no fuimos capaces de prever. Hay que seguir trabajando por Gipuzkoa, por su ciudadanía. Cada cual en la posición política e institucional que corresponda. Hay que seguir trabajando por este territorio para que siga avanzando, para que no se detenga, haciendo frente, con decisión, a sus principales retos: lucha contra la crisis económica, creación de empleo, fortalecimiento de las políticas sociales, modernización de las infraestructuras, vivienda, fiscalidad justa, equitativa y suficiente para el sostenimiento de los servicios públicos, igualdad real entre mujeres y hombres, participación ciudadana, etc.
Pero existe otro gran reto, a nivel de Gipuzkoa, a nivel de Euskadi y a nivel de España: conseguir que la violencia desaparezca definitivamente de nuestras vidas, que se avance en el camino de la normalización política y la convivencia, y se propicie un escenario en el que no existan proyectos políticos irreconciliables.
Para ello, lo primero que tiene que suceder es que ETA desaparezca. Que ponga fin de manera definitiva, unilateral e irreversible a su actividad terrorista. Existe un clamor colectivo en la sociedad vasca que exige a ETA su desaparición. Aquí no valen los silencios ni las elusiones. Quienes se niegan a pedir a ETA que desaparezca es por que entienden que cumple todavía alguna función. Si no, resulta inentendible tal negativa. En aras a la transparencia debemos exigir que expliquen cual es la función que, a su juicio, cumple en la actualidad ETA. Tenemos derecho a saberlo. En este sentido, es preocupante que algún partido político, como Eusko Alkartasuna, haya dado tristemente un paso atrás en cuanto a las exigencias a ETA. En efecto, en el documento aprobado por el Biltzar Nagusia de EA, celebrado en Gasteiz el 21 de junio de 2009, se señalaba que 'La pacificación exige inevitablemente la desaparición de ETA'. EA, en la actualidad está integrada en Bildu, una coalición que se niega e exigir a ETA que desaparezca. Para que unos den pasos adelante no es preciso que otros retrocedan.
En segundo lugar, ese avance en la normalización política y en convivencia, en ningún caso debe suponer que quienes han asumido el gobierno en la Diputación Foral de Gipuzkoa y en numerosos ayuntamientos vascos pretendan comenzar a escribir en una página política en blanco, una nueva era que olvide todo lo que ha pasado en Euskadi en los últimos años. Además de tremendamente injusto, sería inútil para avanzar en esos objetivos. La reconciliación -uno de esos elementos necesarios para conseguir alcanzar la convivencia entre los vascos- nunca podrá venir con el olvido ni con falsos relatos.
En tercer lugar, la normalización política significa también respetar las reglas de juego, que no son otras que las reglas de la democracia y del Estado de Derecho. El respeto por parte de los poderes públicos a la ley es una exigencia del Estado de Derecho.
Parte del artículo firmado por
Julio Astudillo,
Vicepresidente segundo de las JJ. GG. de Gipuzkoa
y publicado en El Diario Vasco