Te nos has ido en silencio, sin meter ruido, como ha sido una constante en tu vida. Lo has hecho aprovechándola hasta el último momento. Sencillamente, de envidiar.
Al recordarte pasan por mi memoria la primera vez que me monté en tu coche, con "el padre de mi novia", las innumerables veces que has puesto el toque de calma y tranquilidad en los encuentros familiares, tu manera "interminable" de contar anécdotas e historias, tu entrañable "ya decía yo" y tus discusiones indefendibles como la de "yo no he estado allí" delante de una foto tuya, antes de la existencia del "photoshop". Un gran "patriarca" en una familia que siempre has sabido mantenerla unida.
Feliz viaje al más allá. Dicen que la muerte es una vida vivida. Y la tuya, sin duda, lo ha sido. Es cierto que al final nos vamos sin nada, pero tú nos dejas tus obras, familia, amigos y la influencia por las ideas que has manifestado.
Hasta siempre Porfi.