Tras el último y sorprendente intercambio de prisioneros, la diplomacia para poner fin a la guerra entre en sus tramos finales. Llevará más tiempo, pero también tendrá lugar de forma sigilosa y en secreto, y supondrá una sorpresa para los partidarios de Ucrania en Occidente, algunos de los cuales posiblemente siguen creyendo que Ucrania puede lograr la victoria total, incluida la liberación de Crimea.
La guerra en Ucrania terminará cuando ambas partes se den cuenta de que el coste de seguir luchando supera los beneficios. Y aún no hemos llegado a ese punto.
La ofensiva ucrania en la región fronteriza rusa de Kursk constituye un giro interesante. Podría dar a Ucrania una baza en las negociaciones de paz. Pero me cuesta ver cómo Ucrania puede reconquistar los territorios ocupados por Rusia, del mismo modo que me cuesta ver cómo Rusia puede ocupar más territorios ucranios más allá de unos cuantos pueblos aquí y allá.
Ni siquiera estoy seguro de que el resultado de las elecciones estadounidenses vaya a cambiar mucho las cosas. Una vez que entremos en el tercer año de la guerra, con las líneas de batalla prácticamente sin cambios, mucha gente en Occidente querrá que esto termine.
Rusia quiere cuatro provincias ucranias. El derecho internacional apoya plenamente la posición de Ucrania, pero esta guerra no se resolverá en los tribunales.
Aún hay mucho en juego, pero nadie conseguirá todo lo que quiere. Será un acuerdo en el que no habrá vencedores y que permitirá a ambas partes cantar victoria. Será un trato sucio, lanzado al mundo como un hecho consumado, igual que un intercambio de prisioneros.