Ha caido hoy en mis manos este interesante artículo publicado en El País de HÉCTOR E. SCHAMIS sobre los vastos espacios de iliberalismo que también existen en el mundo de las democracias consolidadas. La calidad democrática había que investigarla, en lugar de inferirla por su edad. Está en juego la propia ecuación de derechos y obligaciones que define un Estado constitucional, el cual, en el caso de EEUU, además es una federación.
Trump justifica todas las anomalías institucionales que se han producida en su entorno con un mandato electoral y una mayoría que en realidad no ha obtenido, aunque daría igual tenerla o no para el pensamiento constitucional americano.
En definitiva, la discusión tal vez deba regresar a la noción de "democracia iliberal", es decir, a su dimensión intrínsecamente oximorónica. Porque, puesto de otro modo, ¿cuánto iliberalismo puede tolerar la democracia y seguir siendo democracia?
Porque al final del camino, la democracia iliberal bien puede convertirse en un autoritarismo por consenso. Y eso ni siquiera necesita ser la tiranía de la mayoría.