Bruselas y los principales gobiernos europeos acusan al líder húngaro de arrogarse un papel que no le corresponde y de haber abusado de la presidencia europea para presentarse a nivel internacional como la voz de Europa. El servicio jurídico del Consejo incluso considera que Orbán habría violado el Tratado de la Unión. El ataque flagrante de Orbán a la unidad europea ha disparado todas las alarmas, pero el ritmo de enfado es tan lento que, a este paso, termina el semestre y sigue en el puesto.
El descarado desafío de Hungría muestra que las fuerzas euroescépticas, populistas y de extrema derecha se sienten cada vez más crecidas a medida que han ido ganando peso en el entramado comunitario.
Si no les cortamos las alas ya, después quizás sea demasiado tarde.
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