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El primero, con el que acaba compartiendo casa y cama, está haciendo méritos para trepar en ETA, tiene su punto de humanidad, hasta se puede enamorar. Aunque haya matado a una persona y viva en la clandestinidad, sigue siendo un aprovechable pringado para los jefes del criminal negocio.
La respuesta a cuando le pregunta ella cómo se imagina una Euskadi independiente en de un infantil que sorprende.
Y el segundo da mucho miedo y debe de aproximarse mucho a la realidad. Arrogante, sanguinario, tan chungo en su expresivdad como en sus males macarriles, enamorado exclusivamente del poder de esa pistola de la que no se despega ni cuando duerme, una bestia que ante cualquier propuesta de sus compañeras les amenaza con el fatuo e implacable: ¿pero vosotros sabéis con quien estáis hablando? Con la aparición de ese personaje siniestro la tensión crece, el volcán va a derramar lava.
A los que hemos conocido todo ese mundo de cerca, nos encanta comprobar que ya solo es historia. Triste y desgarradora, pero historia pasada. Y resulta difícil creer que todavía algunos lo echen en falta.