Para un país como España, de tradición imperial y colonial, no debe resultar fácil pedir perdón por los genocidios y etnocidios que ha cometido en los últimos cinco siglos. No es la historia que nos han contado. Tampoco lo contrarrestan los medios de comunicación pública, salvo excepciones como las series Isabel (2012) y Carlos, Rey Emperador (2015) de Televisión Española. Con las licencias propias de la producción televisiva, describen la esclavización que sufrieron los indígenas que trajo Colón a España y las atrocidades bajo el mando de Hernán Cortés, así como la lucha -prácticamente solitaria- de Fray Bartolomé de las Casas.
Los indígenas americanos, en palabras de Lévi-Strauss, "se preguntaban si los españoles recién llegados eran dioses u hombres". Como pronto comprobarían, eran dioses, pues disponían de la vida y de la muerte. En estos cinco siglos largos, los europeos hemos cometido actos que hoy pueden calificarse sin ambages de genocidio sobre los pueblos originarios de América.
Pero España no parece estar madura para este tipo de reconocimientos. En 2019, la negativa "firme" del gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) fue aplaudida por toda la derecha política. Y cuando el papa Francisco sí reconoció en 2021, en carta a los obispos mexicanos, que la Iglesia Católica había cometido "errores muy dolorosos", la derecha española se revolvió. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se dijo sorprendida de que "un católico que habla español hable así", y añadió que España había llevado la "civilización y la libertad" a América.
En estas declaraciones se condensa gran parte del mencionado sentido imperial español y su carga de "misión histórica" de la Conquista. Principalmente por la expansión del catolicismo, que fue uno de los elementos clave, tanto a nivel de objetivo como de ideología justificadora.
/blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/
Los indígenas americanos, en palabras de Lévi-Strauss, "se preguntaban si los españoles recién llegados eran dioses u hombres". Como pronto comprobarían, eran dioses, pues disponían de la vida y de la muerte. En estos cinco siglos largos, los europeos hemos cometido actos que hoy pueden calificarse sin ambages de genocidio sobre los pueblos originarios de América.
Pero España no parece estar madura para este tipo de reconocimientos. En 2019, la negativa "firme" del gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) fue aplaudida por toda la derecha política. Y cuando el papa Francisco sí reconoció en 2021, en carta a los obispos mexicanos, que la Iglesia Católica había cometido "errores muy dolorosos", la derecha española se revolvió. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se dijo sorprendida de que "un católico que habla español hable así", y añadió que España había llevado la "civilización y la libertad" a América.
En estas declaraciones se condensa gran parte del mencionado sentido imperial español y su carga de "misión histórica" de la Conquista. Principalmente por la expansión del catolicismo, que fue uno de los elementos clave, tanto a nivel de objetivo como de ideología justificadora.
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