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lunes, 14 de octubre de 2024

La construcción identitaria de una parte de la sociedad
lleva al rincón a quienes no comparten ideología y objetivos.
Sin embargo, todos somos vascos y vascas

‘Bai, baina…’ algunos son más que otros.

Uno pregunta a alguien con pañuelo al cuello y camisa de mahón 
en las fiestas de nuestros pueblos por esa comida popular en favor de los "presos políticos locales" (sic) que aparece en el programa de fiestas. Me responde con naturalidad que será mañana en la plaza. Le aprieto las tuercas al remarcarle que el evento es en favor de los presos de una banda de delincuentes. ‘Tira, bai, baina bertokoak’, son de los nuestros. Y añade que la organización cerró hace mucho y que lo están pasando mal y que ya vale. Le digo que sus víctimas sí que lo pasaron mal y que además no tiene remedio, pero que sus presos acabarán por volver. Me mira echando para atrás el cuello y suelta sonriendo: ‘zu ez za txakurre izingo’, ¿tú no serás txakurra?

El ciclo de la violencia terminó y es indudable que estamos infinitamente mejor. Las inercias y el retrogusto de todo el dolor desplegado durante tanto tiempo, sin embargo, nos acompañarán. 
Cada vez somos una sociedad más plural, diversa, colorida y plurilingüe. El euskara es nuestro idioma, sí, y el castellano también, hablado prácticamente por el 100% de los vascos de este lado del Pirineo. Aceptemos que la realidad lingüística es esa. Y que los jueces y los erdaldunes son de los nuestros, igual que todas esas personas que vienen y deciden quedarse aquí, contribuir y, sobre todo, vivir. Eso mismo: vivir.

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