Deseo, guerra, deserción, poder, violencia, patria…
Alberto Conejero comparte con el público la belleza, el misterio y la oscuridad de un poema épico a través del cual dialoga con la condición humana y enlaza épocas diversas.
Combina voces del pasado y del presente. Lo hace a partir del personaje de Patroclo, compañero de armas de Aquiles. Un montaje a partir de la Ilíada de Homero y otros textos, que nos acerca a una obra fundamental de la literatura clásica griega.
Intérprete, dramaturgo y director. Tres grandes talentos presentan un espectáculo que es tanto una canción de guerra como un oratorio por las víctimas; un monólogo sobre lo que hacen en los cuerpos palabras e ideas como “gloria”, “honor” o “patria”; un poema oscuro en el cual se habla de la violencia del campo de batalla, pero también de la violencia del deseo.
Porque la Ilíada empieza con las deserciones de dos hombres que se aman y que abandonan el campo de batalla diez años después de que la guerra haya empezado. Seguimos hablando de la guerra de Troya porque todavía sigue ardiendo.
Alberto Conejero comparte con el público la belleza, el misterio y la oscuridad de un poema épico a través del cual dialoga con la condición humana y enlaza épocas diversas.
Combina voces del pasado y del presente. Lo hace a partir del personaje de Patroclo, compañero de armas de Aquiles. Un montaje a partir de la Ilíada de Homero y otros textos, que nos acerca a una obra fundamental de la literatura clásica griega.
Intérprete, dramaturgo y director. Tres grandes talentos presentan un espectáculo que es tanto una canción de guerra como un oratorio por las víctimas; un monólogo sobre lo que hacen en los cuerpos palabras e ideas como “gloria”, “honor” o “patria”; un poema oscuro en el cual se habla de la violencia del campo de batalla, pero también de la violencia del deseo.
Porque la Ilíada empieza con las deserciones de dos hombres que se aman y que abandonan el campo de batalla diez años después de que la guerra haya empezado. Seguimos hablando de la guerra de Troya porque todavía sigue ardiendo.