Las capitales occidentales son cada vez más conscientes de que nuestra política respecto a Ucrania debe evolucionar.
Para los ucranianos, perder de facto parte de su territorio sería desgarrador, pero, a pesar de ello, en una encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev hecha el pasado mes de mayo, el 47% de los ucranios respondieron que, si a cambio se les ofrecieran financiación suficiente para la reconstrucción económica y la adhesión tanto a la UE como a la OTAN, podrían hacer esa concesión, por difícil que fuera, como forma de poner fin a la guerra.
Probablemente, falta tiempo aun para una negociación formal con Rusia. Los obstáculos que salpican este camino son temibles.
Pero la alternativa es peor:
Pero la alternativa es peor:
Una Ucrania derrotada, dividida, desmoralizada y despoblada, que tiemble de ira contra Occidente y probablemente intentando adquirir armas nucleares.
Una Moscú triunfante.
El resto del mundo, convencido de que Occidente es un tigre de papel.
Xi Jinping envalentonado para atacar Taiwán.
Biden y Harris en los libros de historia como los líderes que “perdieron Ucrania”.
Hay una vía mejor.