El PSC, en su XIII congreso, ha optado por la segunda vía. Han decidido que quieren seguir compartiendo un proyecto para España con el PSOE, de la misma manera que apuestan por que Cataluña siga en España para construir entre todos un futuro mejor.
En un período en el que se avecina un choque de trenes institucional sin precedentes, no sobran los elementos de integración que puedan ser el germen de una concepción federal de España, en el sentido profundo de esta palabra, es decir, la unión desde el diálogo, el respeto y el reconocimiento a la diferencia, desde el pacto. Uno de estos elementos de integración, sin duda crucial, es la relación fraternal que mantienen los socialistas catalanes con el conjunto de los socialistas españoles, con el PSOE.
Estamos hablando de Cataluña y su relación con el resto de España. Se trata de perseverar en un proyecto común que apuesta por una reforma federal de la Constitución, un proyecto en el que todos cabemos y en el que se pone en valor su complejidad y riqueza; consiste en seguir demostrando al pueblo de Cataluña que es posible combinar el respeto de su singularidad con vías que les permitan a los catalanes y a las catalanas participar en la gobernabilidad de España y ser coautores de su diseño y configuración.
Dejarles de lado, alejarlos de la posibilidad de compartir el proyecto colectivo del socialismo español sería un gran triunfo del imaginario independentista que tanto daño está haciendo a la relación entre Cataluña y el resto de España. Sobre todo si la razón es haber optado por votar en contra de la investidura de los que con su inmovilismo, su cerrazón y su torpeza han avivado hasta el límite la tensión territorial, errores cuyos principales perjudicados son los catalanes que no quieren romper con el resto de España.
En definitiva, hagamos todos las cosas con prudencia política, que, como decía Aristóteles, es una virtud que consiste en tomar decisiones después de pensar, calcular, analizar y deliberar los elementos positivos y negativos de dicha decisión.
Ni el PSOE puede desentenderse de Cataluña ni el PSC quiere desentenderse del resto de España. En el momento en que el órdago independentista se plantea con toda su crudeza, cuando el president Puigdemont acaba de anunciar que no asistirá a la Conferencia de Presidentes y pretende acelerar en la vía del choque, no conviene que los socialistas debiliten sus vínculos fraternales y federales. Al contrario, deberían hacerlos más sólidos, más eficaces, más solidarios.