Estos días he leído toda clase de explicaciones, algunas sesudas y pertinentes, la mayoría apocalípticas e histéricas, anonadadas, pero yo creo que el muro que ha prometido Trump para separar su país de México se basta para darnos la respuesta. Voy a intentar explicar por qué.
Seguidores de Donald Trump en Times Square, Nueva York, tras conocer los resultados electorales. (Reuters) Juan Soto Ivars - El Confidencial |
La victoria de Trump será recordada cuando la Historia, en el futuro, nos intente contar cómo colapsó la sociedad de la globalización. El muro es lo contrario de la globalización, que empezó disolviendo las fronteras culturales y preparó su propio suicidio disolviendo las fronteras comerciales.
Todo parecía ir bien mientras la riqueza fluyó desde los países ricos a los pobres. Todo se torció cuando la pobreza, la desesperación y el peligro empezaron a fluir en el sentido contrario. Las puertas dan a ambos lados, y el enriquecimiento de una parte de la sociedad china ha traído la extinción de nuestra clase media industrial. Trump ha prometido revertir esta tendencia construyendo muros físicos y fiscales.
No creo que Hilary Clinton haya perdido las elecciones por representar a la casta ni por cobrar cientos de miles de euros por sus conferencias, como se ha dicho por ahí. Tampoco creo que haya perdido por ser una mala candidata -¿mala candidata? ¡si al otro lado estaba Trump!-. Creo que Clinton ha perdido porque permanece abrazada a la globalización neoliberal y se niega siquiera a ponerla en cuestión. Clinton repite el dogma de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero el pánico de los electores de la antigua Norteamérica industrial le niega la mayor.