Foto de www.eldiario.es/zonacritica. Texto de Isaac Rosa |
En los análisis de estos días predomina una mirada de superioridad sobre los sesenta millones de votantes de Trump. En unos casos con desprecio ("esos paletos ignorantes y racistas…"), en otros con comprensión paternalista ("esos pobres trabajadores humillados que no saben lo que hacen…"), superioridad moral en cualquier caso. Tanto si nos reímos de ellos como si los disculpamos, tenemos claro que no somos como ellos. Y aún más: que no podríamos ser como ellos.
No hace falta ser un hombre rural, sin estudios, creyente y conservador. Solo con esos votos no habría ganado (por la mínima, pero ganado). A Trump le votó también el 42% de las mujeres, el 37% de jóvenes, el 45% de los universitarios o el 35% de la población urbana. Le votó un tercio de hispanos. ¡Hasta un 14% de la población LGTB votó por él!
A mi no me gusta Trump, pero tampoco le gustaba a muchos de sus votantes. Y lo votaron. Habrá, claro, quien lo haya elegido por su agresiva retórica xenófoba, por el muro mexicano o desde el resentimiento blanco. Pero seguramente muchos lo votaron por otros motivos:
-Porque aún les gustaba menos Clinton. Demasiado conocida ya. Encarnaba el establishment, las élites y los grupos dominantes del país.
-Porque Trump dijo estar en contra de los tratados comerciales y la deslocalización industrial que han arruinado ciudades enteras, mientras Clinton los defiende.
-Porque Trump se apropió del discurso antiglobalización (el mismo que habría levantado Sanders) contra la globalización neoliberal.
-Porque Trump prometió revertir un modelo económico que saquea a los trabajadores y enriquece a la oligarquía, mientras Clinton era la candidata de Wall Street.
-Porque querían un cambio radical, aunque fuera por la vía de patear el tablero de juego.
-O simplemente por el gusto de darle en los morros al sistema, y la papeleta de Trump (aunque no te creas ni una sola de tus promesas) decía "Fuck you" con todas las letras.