Independizar a Europa de Estados Unidos no será fácil.
Pero si no actuamos ya mismo y con decisión,
un futuro aciago se cernirá
sobre nuestro modelo social y democrático.
Pero si no actuamos ya mismo y con decisión,
un futuro aciago se cernirá
sobre nuestro modelo social y democrático.
En primer lugar, debemos dar una respuesta contundente a la guerra comercial de Trump y no ceder a su extorsión en relación con nuestra regulación de las megatecnológicas. Tenemos, de hecho, una dependencia peligrosa de Estados Unidos en lo referido a la tecnología digital. Eso debe cambiar: tenemos que tratar de reducir riesgos como lo hacemos con China. Pero Estados Unidos también depende de Europa. La Unión Europea todavía constituye una quinta parte del consumo mundial, y se torna más importante para las empresas estadounidenses que enfrentan una pérdida de acceso al mercado chino.
En segundo lugar, Europa debe buscar sin cesar la soberanía estratégica en las áreas de defensa y alta tecnología. Abundan los informes respecto de lo que hay que hacer. Las inversiones necesarias demandarán un volumen de recursos importante, y por consiguiente, nuevas emisiones de deuda paneuropea. (A diferencia del fondo NextGenerationEU, la devolución de la deuda tiene que estar garantizada con recursos nuevos de toda la UE).
En tercer lugar, debemos acercarnos a otros países de ideas afines que han sufrido las agresiones de Trump: Japón, Corea del Sur, Canadá y Australia. Las victorias de Mark Carney y Anthony Albanese en Canadá y Australia, respectivamente, demuestran que Occidente no se entregará al nuevo iliberalismo. Tenemos que crear un G-6 (un G-7 sin Estados Unidos) y construir una arquitectura de defensa totalmente europea que incluya a países como el Reino Unido y Noruega.
En cuarto lugar, tenemos que acercarnos al sur global, para aliviar la presión de Trump y Putin y para preservar el multilateralismo. Pero para ello se necesitarán cambios importantes. Tendremos que alejarnos de políticas migratorias basadas en una idea de Europa fortificada y de la permisividad que hemos mostrado hacia el Gobierno ultraderechista del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Por tolerar lo intolerable en Gaza, hemos perdido la mayor parte de nuestra autoridad moral.
¿Es realista declarar la independencia de Europa respecto de Estados Unidos?
Tras ocho décadas de estrecha alianza, es comprensible que a los europeos les cueste acostumbrarse a un presidente estadounidense que actúa como un dictador ruso.
Los cambios necesarios hallarán sin duda resistencia en algunos países de la UE que están políticamente alineados con el trumpismo, pero resultan inevitables para la propia sobrevivencia europea.
Tras ocho décadas de estrecha alianza, es comprensible que a los europeos les cueste acostumbrarse a un presidente estadounidense que actúa como un dictador ruso.
Los cambios necesarios hallarán sin duda resistencia en algunos países de la UE que están políticamente alineados con el trumpismo, pero resultan inevitables para la propia sobrevivencia europea.