Texto : www.eldiario.es/ zona critica |
No fue un error táctico de ETA el secuestro de Miguel Ángel Blanco, fue una barbaridad desde el punto de vista ético. Una tortura con final de muerte.
Veníamos de la imagen de José Antonio Ortega Lara, con aquella expresión en la cara y el cuerpo de superviviente de campo de exterminio. El idiota moral de guardia advirtió: después de la euforia policial –se refería a la liberación de Ortega Lara después de la tortura de 532 días de secuestro–, vendrá la resaca. Así fue, se ve que Floren Aoiz manejaba buena información de la banda.
ETA, que empezó a ser derrotada en el golpe policial del 29 de Marzo de 1992, en Bidart, tuvo en el crimen de Blanco un episodio de rechazo sin precedentes, un acelerón determinante en la cuesta abajo de su derrota.
ETA no anunció que dejaba de matar hace más de cinco años porque le diera un ataque de bondad. Dejó de asesinar porque la policía la derrotó. La policía, algunos jueces, las leyes que les achicaron los espacios de su impunidad, la movilización ciudadana, el hartazgo que ya provocaban incluso entre los indiferentes.
Todo el mundo recuerda qué hacía el día en que asesinaron a Blanco: unos nos manifestábamos en Bilbao, otros estaban en la playa. Ese recuerdo como síntoma de algo trascendental.
Veinte años después, queda la alegría por la derrota de la banda y la tristeza porque los asesinados no volverán.