No es la economía, idiota. La crisis griega es una cuestión más política que económica por mucho que traten de convencernos de lo contrario. Todo problema tiene varias soluciones y es una decisión del Eurogrupo intentar imponer a Grecia una única salida: la que dicta la Troika. El rapto de Europa por los mercados. Para ellos nunca hay más alternativa que la suya, así que no hay alternativa. Si dicen que los griegos tienen que tirarse por el Monte Taigeto desde el que los espartanos lanzaban a los delincuentes, a los traidores y a los niños no aptos, los políticos europeos se ofrecen gustosamente a darles el empujón. Y esto es lo que han hecho, ordenar que sean arrojados al pozo de la austeridad como si fueran deshechos, vulgares ladrones, traidores al dios financiero.
Tsipras ha hecho lo que tiene que hacer un presidente de una democracia y lo único que podía hacer para seguir siéndolo: preguntar a su pueblo en un referéndum. Parece una locura en estos tiempos pero era lo más sensato. Fue votado para oponerse a la austeridad, no tiene la legitimidad de una mayoría absoluta para elegir por su cuenta y una decisión tan crucial debe consultarla. Si hubiera aceptado las condiciones de la Troika, habría tenido que dimitir. Si los griegos eligen aceptar el plan europeo, ha insinuado que lo hará para convocar elecciones. Es su manera de presionar a los suyos, claro, pero también un compromiso. La democracia otra vez viene de Grecia. Me das un ultimátum, te doy un referéndum. Es una mezcla de espíritu ateniense y espartano. Espartanos, si tenemos que morir que sea matando. Atenienses, si vamos a pelear que sea con el voto en la mano.