Ubicada en el Mediterráneo Oriental y mirando a tres continentes, Grecia, el eslabón débil de la Unión Europea y la OTAN, tiene relaciones singulares con Rusia, China, Irán, Israel y Egipto. A la vez hace de Estado “tapón” en materia migratoria, y contribuye a la seguridad energética de la UE, acogiendo el oleoducto Trans Adriático desde el Mar Caspio. Cuando se llegue a comercializar el gas de la costa mediterránea de Chipre e Israel —que también es de Gaza, Líbano y Siria— consolidará aún más dicho estatus, ya que todos los gaseoductos de este espacio con destino a Europa deben cruzar Grecia. Pero a Berlín parece preocuparle más el euro que el valor geopolítico del país heleno. Cualquiera preguntaría: “Si por dinero linchan de este modo a un socio “europeo, cristiano y blanco”, ¿qué no habrán hecho en otras partes del planeta?”.
Mientras Trump habla del éxito del plan de paz, los israelíes mantienen los dedos en los gatillos de armas que siguen apuntadas a la población civil de Gaza. (martin.gak)