El nombre de la ciudad proviene de un barco llamado The Black Warrior (en español, El Guerrero Negro) que se dice se hundió frente a sus costas cargado de oro y plata, aunque en realidad The Black Warrior fue un barco ballenero americano que encalló en el bajo de la entrada a laguna que ahora lleva su nombre (Black Warrior).
La salina se instaló alrededor de la laguna costera Ojo de Liebre aprovechando los salitrales del lugar, sin imaginarse que algún día esta empresa, llamada Exportadora de Sal, S.A., de C.V., se convertiría en la salina más grande del mundo. En 1973, se vendió la empresa al gobierno mexicano y a la corporación Mitsubishi, en un 51% y 49% respectivamente, dando lugar a una historia de éxito que prevalece hasta la fecha.
Es lo más parecido a un paisaje nevado.
De hecho, las gafas de sol son tan necesarias
como en la nieve.
Nosotros pudimos verla de la mano de la propia compañía de seguridad de la empresa, lo que nos permitió fijarnos en todos los detalles que más nos interesaron de la misma.
La salina tiene más de 50 vasos como este lo que os permite calcular la cantidad de sal anual que sale de esta empresa. Las inmensas tinas de salmuera, la cristalización de la sal, la recolección, el lavado y la limpieza. Todos estos se realizan en grandes dimensiones. Es increíble caminar entre todos estos diversos depósitos de sal natural. Por día se producen cientos de miles de toneladas. Al año unos 12 millones de toneladas aproximadamente. Desde ahí se traslada en barcos de carga hasta la Isla Cedrón lo cual implica unas 10 horas de navegación. En Isla Cedrón viven muchas personas que se dedican principalmente al producto final.
En sus cercanías hay residencias para altos cargos de la compañía
e, incluso, una residencia para el presidente de la República.
Terminada la visita y, retomando rumbo al norte,
volvemos a encontrarnos con el desierto y las rectas infinitas.