Primero nos avisaron que jamás serían capaces de ponerse de acuerdo y la mitad de España amanecería sin alcaldes. Fallaron. Hubo alcaldes, alcaldesas, pactos y coaliciones con programas de gobierno donde ya no se ofrece sólo de austeridad y sufrimiento masivo, sino de servicios públicos y transparencia.
Ahora nos advierten que las coaliciones representan únicamente acuerdos entre extraños sin nada más en común que echar al PP y que lo más democrático seria dejar gobernar a la lista más votada. Pronostican que dentro de nada los socios andarán a la greña y la inestabilidad será el pan nuestro de cada día. Arderán los cielos, lloverán langostas y el Señor castigará tanta promiscuidad y lascivia en los gobiernos de coalición. El terror popular no tiene fin.
No sabemos cómo resultarán los gobiernos y pactos municipales conformados tras el 24M. No hace falta ser politólogo o adivino para saber que unos bien y otros mal, como los gobiernos mayoritarios. Pero hay algo que sí sabemos y se puede demostrar. El argumento de la lista más votada encubre una falacia.
Nuestro sistema electoral es de representación proporcional. Elegimos representantes y éstos a su vez votan los gobiernos. Si a un sistema proporcional se le aplica la lógica de un sistema mayoritario es como hacer trampas al solitario. Los ciudadanos no elegimos alcaldes y presidentes. Votamos representantes y los hacemos calculando los juegos de mayorías y minorías entre los partidos.
Y lo que no vale es lo que he oído y leído en Euskadi : rasgarse las vestiduras en Bakio porque no eres capaz de sumar más voluntades entre la primera y la segunda vuelta y, en cambio, hacerlo, y bien, en Gasteiz consiguiendo sumar entre ambas votaciones más voluntades que el PP. Hay que estar a las duras y a las maduras, y a poder ser, siempre aprobando que si alguien suma más voluntades que tú siempre siempre será más merecedor de asumir el gobierno que tú, ya sea en Bakio o en Gasteiz. Aqui y en Kotxabanba.