Como Mariano lo había acusado el miércoles de pactar con esos extremistas bolivarianos con los que prometió que nunca pactaría, Pedro Sánchez se apareció el domingo delante de una enorme bandera española sobreimpresionada en una pantalla gigante, para que no quedara duda alguna de que estaba en Madrid y no en Caracas. En Madrid la bandera española crece y en Cataluña y en el País Vasco se achica: es un curioso efecto óptico que no nos extrañaría nada que se repitiera si a Sánchez se le ocurre dar el mismo discurso en Bilbao o en Barcelona.
Los españoles es que somos muy dados a confundirnos de nacionalidad, por eso, a la menor ocasión, plantamos una bandera cuanto más gorda mejor. El PP madrileño plantó en la plaza de Colón una enseña española del tamaño de una pista de tenis, con tanto peligro que parecía que la plaza iba a echar a volar los días de viento. Al poco tiempo, Gallardón tuvo que cambiar de sitio la estatua de Colón por otro efecto óptico que se producía, que al lado de la tricolor XXL el pobre Colón parecía un moco en un pañuelo.
Para chinchar a Mariano y demostrar que a español no lo gana nadie, Pedro Sánchez se ha presentado a la americana: aplastado literalmente por la bandera y concluyendo escoltado por su mujer, Begoña Gómez. No se atrevió a poner el himno por megafonía por si se lo silbaban o por miedo a que Zapatero se quedara sentado en la primera fila. Escogió un lugar ideal para montar el espectáculo: el Teatro Circo Price, que es un escenario acostumbrado a cantantes, trapecistas, magos, músicos y saltimbanquis.
blogs.publico.es/david torres
Nota: Por cierto, mucha banderita, o banderaza, perdón, pero, ¿Dónde está la sigla del partido? ¿Por qué se vende una imagen tan "nacional" y tan poco "socialista"?
Uhm...