Crece la preocupación en La Zarzuela ante el insistente deseo del Rey emérito de impedir que su esposa Sofía, con la que no mantiene relación alguna, pero con la que se casó por el rito católico, entre otros motivos, para poder ser rey en España, disfrutase de la parte de la herencia que por ley le corresponde si Juan Carlos falleciese antes. Y parece ser que, las apariencias de las últimas presentaciones públicas nada tienen que ver con la realidad,
Un mil millonario legado que ya está estudiando un conocido despacho de abogados para que su actual amante, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que ya tiene que tener aguante para soportar semejante muermo, pueda heredar una parte sustancial de la inmensa fortuna que Juan Carlos ha ido amasando durante cuarenta años fruto, en su mayor parte, de las comisiones por el petróleo que España importa de los países árabes.
Algo que todo el mundo sabe pero que parece que nadie tiene ... para afirmarlo y publicarlo en los medios de comunicación.