Como aficionado al fútbol estoy ya acostumbrado a la anormalidad humana y, como español, debería estarlo también a la mala educación de mi país, que en eso no distingue entre nacionalidades y regiones, y no tomarme en serio las reacciones de mis compatriotas, lo sean de buen grado o por obligación legal. Pero a mí me dan miedo tanto los que se emocionan al escuchar un himno como los que lo abuchean.
Mi personalidad es quien yo soy, mi actitud depende de quién seas tú.