Cincuenta años después de la muerte de Franco, España celebra medio siglo de libertad, pero la sombra del anarquismo sigue dejando huella en la democracia española.
No se manifiesta ya en los despachos y en los uniformes; hoy se filtra de manera más sutil, en las redes sociales, en los discursos rebeldes y en los rincones digitales donde la historia se reescribe con ironía y desprecio.
No se manifiesta ya en los despachos y en los uniformes; hoy se filtra de manera más sutil, en las redes sociales, en los discursos rebeldes y en los rincones digitales donde la historia se reescribe con ironía y desprecio.
Se suele decir que el franquismo murió con el dictador.
Pero muchas de sus inercias –su concepción de la autoridad, del orden y de la nación– han sobrevivido bajo otras formas.
El llamado “franquismo sociológico” no es nostalgia: es un modo de pensar que nunca fue desmontado del todo y que se ha adaptado a los tiempos.
Hoy encuentra su vehículo en la ultraderecha digital y en ciertos sectores de la política contemporánea. Formaciones como Vox no son copias exactas del franquismo, sino sus herederos culturales, capaces de transformar un autoritarismo histórico en estética antisistema.
Palabras que antes eran insultos, como “facha”, se resignifican como emblemas de rebeldía frente a la democracia, sobre todo entre jóvenes que no vivieron la dictadura y cuya educación cívica ha sido insuficiente.
Pero muchas de sus inercias –su concepción de la autoridad, del orden y de la nación– han sobrevivido bajo otras formas.
El llamado “franquismo sociológico” no es nostalgia: es un modo de pensar que nunca fue desmontado del todo y que se ha adaptado a los tiempos.
Hoy encuentra su vehículo en la ultraderecha digital y en ciertos sectores de la política contemporánea. Formaciones como Vox no son copias exactas del franquismo, sino sus herederos culturales, capaces de transformar un autoritarismo histórico en estética antisistema.
Palabras que antes eran insultos, como “facha”, se resignifican como emblemas de rebeldía frente a la democracia, sobre todo entre jóvenes que no vivieron la dictadura y cuya educación cívica ha sido insuficiente.
