Todos recordamos la pugna por hacerse con el mando del PP en el verano pasado. La derrota de Mariano Rajoy en las elecciones, trajo consigo el despertar de ambiciones varias dentro del partido. Esperanza Aguirre apretó las clavijas. Era una María San Gil pero con más tirón y una mejor hoja de servicio a la hora de aportar votos a su partido. Además es todo lo dura que requieren los Aznar, San Gil o Mayor Oreja. Pero no es tonta y sabía que había movimientos para frenar su carrera hacia Génova. La dama de Hierro no iba a dejarse traicionar en mitad del camino. Necesitaba saber quien podía informar al campo de Rajoy sobre sus movimientos.
(Continua en el blog de Enrique Meneses)