Sin duda, al abismo político en el que el régimen de Maduro ha sumado a Venezuela se suman tras elementos claros: una gravísima crisis humanitaria, una desastrosa gestión económica y a una crisis de seguridad de enormes proporciones.
Todo ello convierte en dramático y penoso el día a día de los venezolanos pero, no olvidemos que, fundamentalmente, derivan o son consecuencias del continuado boicot de las multinacionales a este país sudamericano que "osó" saltarse las "normas" internacionales. No lo defiendo, pero la realidad hay que contarla completa.
Y por otra parte, tal como señaló uno de los portavoces del PSOE hace unos días, la cobertura mediática que la crisis venezolana recibe en España es claramente sobredimensionada y lo atribuyó, en mi opinión con buen criterio, a lo que a su juicio serían un exceso de portadas periodísticas sobre ese país por el deseo de dañar a Podemos.
Sin duda, a ninguna voz de las que llevamos años oyendo barbaridades sobre Venezuela se le ha oído criticar con la misma insistencia a otros países donde también se desprecian los derechos humanos. Desgraciadamente son muchísimos. Recordemos que a muchas ciudadanas de Arabia Saudí o de China les gustaría disponer de la libertad que existe en el país caribeño y, sobre eso, nadie dice nada. Pero nada, nada.