Imágen y texto de : www.elperiodico.com/es/opinion / Risto Mejide / |
Yo, siendo sincero,
debo decir que jo tinc por.
debo decir que jo tinc por.
Y me consta que no soy el único.
Creo que entiendo
la intención de la frase,
la intención de la frase,
lo que quiere decir.
Pero como suele ocurrir
con las cosas importantes,
con las cosas importantes,
comparto esa frase
y también su opuesta,
su contraria.
y también su opuesta,
su contraria.
Jo tinc por.
Miedo de que consigan cambiarnos a golpe de atentado, a golpe de terror.
Miedo de que al final consigan que nos quedemos en casa.
Miedo a que acabemos cambiando nuestra vida, nuestros hábitos y nuestros derechos, conseguidos a golpe de sangre, sudor y lágrimas, y que ahora un grupúsculo de desgraciados y malnacidos pretenden arrebatarnos.Jo tinc por.
Miedo de que lo que expresamos estos días en manifestaciones de todo tipo se acabe olvidando.
Miedo de que nos volvamos a relajar.
Miedo a que volvamos a pensar que cada muerto en Siria, Libia o Irak no va con nosotros.
Miedo a que la distancia sea el olvido.
Miedo a que vuelvan a aprovecharse de nuestra desafección.Jo tinc por. Miedo a los otros extremistas.
Miedo a los xenófobos.
Miedo a los racistas.
Miedo a todos aquellos que por fin ven legitimada su radicalidad.
Miedo al ignorante.
Miedo al Cordobés. Nah, a ése no. Pero sí miedo a todos esos chavales que ahora estarán pensando que lo mejor que pueden hacer es pillar su fusil y largarse a pegar tiros por su cuenta.
Miedo a todos los que piensan en que la solución se encuentra al margen de nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, las únicas a las que les hemos concedido entre todos el uso legítimo de la violencia para cuando no haya más remedio que contraatacar.
Miedo a los que pretenden convertir un Estado de derecho en un far west, en un ojo por ojo, en una Ley del Talión.
Miedo a la violencia preñada de más violencia.
Miedo a no acudir a las causas y miedo a sus consecuencias.
Miedo al nosotros y al ellos.
Miedo a la simplificación, tan engañosa como tentadora en situaciones como ésta.
Miedo a que un solo abrazo se convierta en noticia, y no porque no sea digno de serlo, sino porque no haya más.Y por último, jo tinc por.
Miedo al uso que se le pueda dar al dolor por parte de las instituciones, partidos políticos y entes de guardar. El dolor, ese arma de destrucción masiva que destruye incluso a quien cree que la sabe activar.Por eso también tengo miedo a la división, al oportunismo, al electoralismo, a banalizar las víctimas y acabar convirtiéndolas en datos de intención de voto.
Tengo miedo a lo bajo que puedan caer quienes lo hacen todo siempre «por nuestro bien».Por todo ello, porque acepto mis miedos, mis miserias y mis errores, ya estoy en disposición de combatirlos.
Miedo de que consigan cambiarnos a golpe de atentado, a golpe de terror.
Miedo de que al final consigan que nos quedemos en casa.
Miedo a que acabemos cambiando nuestra vida, nuestros hábitos y nuestros derechos, conseguidos a golpe de sangre, sudor y lágrimas, y que ahora un grupúsculo de desgraciados y malnacidos pretenden arrebatarnos.Jo tinc por.
Miedo de que lo que expresamos estos días en manifestaciones de todo tipo se acabe olvidando.
Miedo de que nos volvamos a relajar.
Miedo a que volvamos a pensar que cada muerto en Siria, Libia o Irak no va con nosotros.
Miedo a que la distancia sea el olvido.
Miedo a que vuelvan a aprovecharse de nuestra desafección.Jo tinc por. Miedo a los otros extremistas.
Miedo a los xenófobos.
Miedo a los racistas.
Miedo a todos aquellos que por fin ven legitimada su radicalidad.
Miedo al ignorante.
Miedo al Cordobés. Nah, a ése no. Pero sí miedo a todos esos chavales que ahora estarán pensando que lo mejor que pueden hacer es pillar su fusil y largarse a pegar tiros por su cuenta.
Miedo a todos los que piensan en que la solución se encuentra al margen de nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, las únicas a las que les hemos concedido entre todos el uso legítimo de la violencia para cuando no haya más remedio que contraatacar.
Miedo a los que pretenden convertir un Estado de derecho en un far west, en un ojo por ojo, en una Ley del Talión.
Miedo a la violencia preñada de más violencia.
Miedo a no acudir a las causas y miedo a sus consecuencias.
Miedo al nosotros y al ellos.
Miedo a la simplificación, tan engañosa como tentadora en situaciones como ésta.
Miedo a que un solo abrazo se convierta en noticia, y no porque no sea digno de serlo, sino porque no haya más.Y por último, jo tinc por.
Miedo al uso que se le pueda dar al dolor por parte de las instituciones, partidos políticos y entes de guardar. El dolor, ese arma de destrucción masiva que destruye incluso a quien cree que la sabe activar.Por eso también tengo miedo a la división, al oportunismo, al electoralismo, a banalizar las víctimas y acabar convirtiéndolas en datos de intención de voto.
Tengo miedo a lo bajo que puedan caer quienes lo hacen todo siempre «por nuestro bien».Por todo ello, porque acepto mis miedos, mis miserias y mis errores, ya estoy en disposición de combatirlos.