El soberanismo policial es a la lucha antiterrorista como el colesterol a las arterias: puro veneno. Cualquiera que sea la estructura del Estado, la dispersión de la actuación policial no es buena medicina frente al terrorismo yihadista. Compartimentar esa lucha es una forma segura de empezar a perderla.
Toda la comunidad internacional, política, judicial y policial coincide unánimemente en dos ideas: Primera, que la guerra contra el terrorismo yihadista solo puede ganarse desde los servicios de información, internacionalmente conectados. Las ancestrales reservas de los Estados a compartir sus recursos de inteligencia nos están debilitando fatalmente ante el enemigo.
Segunda, que la cooperación de los servicios de información debe ir acompañada de mandos operativos crecientemente integrados. Ayer mismo, el presidente del Parlamento Europeo declaraba en Onda Cero que Europa estará en desventaja mientras no sea capaz de crear una réplica del FBI, con todas sus consecuencias (incluidas las cesiones drásticas de soberanía policial).
Segunda, que la cooperación de los servicios de información debe ir acompañada de mandos operativos crecientemente integrados. Ayer mismo, el presidente del Parlamento Europeo declaraba en Onda Cero que Europa estará en desventaja mientras no sea capaz de crear una réplica del FBI, con todas sus consecuencias (incluidas las cesiones drásticas de soberanía policial).