No voy a entrar a discutir sobre si las detenciones realizadas ayer por miembros de la Guardia Civil estuvieron suficientemente justificadas o no. Quiero creer que se habrán reunido el suficiente número de pruebas para demostrar en su momento que estas medidas no solo eran necesarias y convenientes, sino que también estaban ajustadas al derecho y a las leyes actualmente vigentes.
Pero si quiero criticar aquí las formas y los modos en los se produjeron alguna de ellas. En concreto la realizada en Sopelana. La detenida era una profesora. La Guardia Civil entro en el edificio y a pesar de que se les dijo que esperasen a que terminasen las clases, pues solo faltaban quince minutos, decidieron actuar sin esperar. Entraron en las aulas en esos momentos repletas de alumnos, abriendo las puertas bruscamente, con los consiguientes sustos de todo el personal, profesorado y alumnado, allí presentes, hasta encontrar a la persona buscada, la esposaron y se la llevaron.
Sinceramente creo que, incluso en estos casos, teniendo en cuenta las características específicas del escenario, las formas podrían y deberían haber sido más cuidadas.