Algún poeta podría ensalzar la vida de este árbol que, sin duda, en algún momento no muy lejano en el tiempo, destacaba por el colorido de sus verdes hojas en un paraje cercano a Artxanda, en una tranquila carretera local.
¿Quién iba a pensar que terminaría medio seco, como lugar de reposo de un innumerable conjunto de trapos y basuras que, al ser abandonadas en el parque por guarros desvergonzados y no ser recogidas por ningún equipo de limpieza, los vientos y el azar lo han disfrazado de "perchero-basurero".