Estos días Rosa Díez es la que nos está demostrando una vez más cómo funciona la democracia en los partidos. Ella no quiere pactar con Ciudadanos. Pero con esa postura férrea parece estar consiguiendo, precisamente, que los "magentas" que sí apoyan la confluencia con la formación que dirige Albert Rivera terminen yéndose con él.
Pese a que la portavoz de UPyD siempre ha hecho gala de la "democracia" interna que impera en su partido y que permite que haya voces críticas en su seno, lo cierto es que, al final, los rebeldes han terminado una y otra vez fuera de la formación.
Y digo que esta vez le toca a Rosa pero en este país no se libra ni dios. Lo del PP no hace falta ni mencionar porque se vanaglorian de elegir a sus lideres con el dedo divino del anterior. Así Fraga nombró a Aznar, este a Rajoy y viva la democracia.
En el PSOE, la limpieza de Madrid, que aunque haya sido higiénicamente muy sana ha hecho saltar todas las alarmas de los procesos democráticos de una formación que se precie de ello.
En Podemos parece que la dirección férrea centralizada y dirigista de Madrid no se oculta ante el miedo a que salgan voces discordantes en cualquier círculo autonómico no controlado por el aparato que ya ha quedado clara y ferreamente consolidado. Si bien en este partido hay que destacar la aportación positiva que ha hecho a la democracia interna con el uso de internet entre sus simpatizantes y/o afiliados.
Los nacionalistas que conozco no son mejores. La izquierda abertzale funciona con un oscurantismo propio de organizaciones que se creen en guerra con el exterior y el partido de Sabino presume de lo que carece, puesto que la democracia de abajo arriba de sus juntas municipales queda contundentemente eclipsada con los consejos, sugerencias y propuestas que "vienen del Bizkai" y que, salvo muy contadas ocasiones, apenas se discuten.
En definitiva una asignatura pendiente en todos los partidos con representación en las instituciones democráticas. No solo Rosa suspende esta importante asignatura.