Cualquier ciudadano/a que se considere minimamente progresista sabe de la necesidad de unos impuestos que ayuden a redistribuir la riqueza que se genera en la sociedad.
Y son las fuerzas de derechas y conservadoras las que siempre hablan de bajarlos para que sus defendidos aumenten sus caudales a espensas de la mejora progresiva de lo público y del Estado del Bienestar.
Bajar los impuestos implica abandonar la sanidad y la enseñanza en manos de las empresas privadas, algo que no solo les importa un higo, sino que procuran que así sea.
Si a eso añadimos la corrupción que se desarrolla de manera demostrada y por doquier en los entornos del PP, la respuesta que aparece en el titular de esta entrada en "de libro".
El impuesto más caro que paga la ciudadanía es la corrupción.
Lo diga Sanchez ... o su porquero.