El Papa, aunque tiene el listón muy alto en lo relativo a cosas "raras", no deja de sorprenderme. Ha pedido esta semana en la plaza de San Pedro que se trate mejor a las suegras, personajes de los que “no digo que pensemos que son el diablo, pero siempre se dice que son malas”.
A renglón seguido ha pedido a las suegras del mundo que tengan cuidado con sus lenguas, porque la lengua “es uno de los pecados de las suegras”. Sí, habéis leído bien, “uno de los pecados”, de lo que se deduce que hay más.
Yo me quedo con otra duda y es qué sabe un Papa célibe de suegras. Quizás nos podría ilustrar sobre cuñados, primos y sobrinos, pero sobre suegras ... Sucede lo mismo cuando, desde los púlpitos, los sacerdotes adoctrinan sobre la educación de los hijos o las complejidades del matrimonio.
Seguramente sería más práctico que curas y monjas pudieran, si quieren, casarse. Y así tener hijos y suegras y no hablar de oídas, sino con conocimiento de causa.
Seguramente sería más práctico que curas y monjas pudieran, si quieren, casarse. Y así tener hijos y suegras y no hablar de oídas, sino con conocimiento de causa.