Queipo de Llano ya está fuera de la Macarena de Sevilla.
Mucha gente fue represaliada o asesinada por este militar golpista, responsable de la muerte de miles de personas, y cuyos restos seguían ocupando un lugar de honor dentro de una basílica, una de esas tantas iglesias católicas en las que la institución acogió en su seno para que se mantuviese el fervor hacia esos humanos repugnantes.
Ha sido la Ley de Memoria democrática, la que Feijóo quiere derogar si llega a gobernar, la que no apoyaron, evidentemente, ni la derecha ni la ultraderecha, la que ha hecho posible esta exhumación, 47 años después del fin de la dictadura.
Aquí la derecha y la ultraderecha siguen retorciendo nuestro pasado, siguen, con su silencio y, a menudo con sus acciones, defendiendo un golpe y una dictadura sanguinaria que fue verdugo de decenas de miles de personas.
Tenemos un problema como sociedad si hemos necesitado 47 años para que una ley de memoria democrática empiece a saldar la deuda histórica que este país tiene con las víctimas. Y gracias a esta ley que ha permitido, por ejemplo, la salida de Queipo de la Macarena somos, hoy, sin duda, un país mucho mejor.