En el Congreso de los Diputados se han escuchado estos días unos insultos personales que sonrojan por ser totalmente impropios y fuera de lugar en ese ámbito.
Parecería que en el Congreso hace falta un libro de estilo que marque los límites de lo permisible ayudando a vehicular las discusiones hacia una mejor comprensión de los distintos puntos de vista y posibles puntos de contacto y puentes de unión, dejando aparte todos aquellos escarnios y vulgaridades que solo levantan muros que parecen pretenderse como infranqueables, en un sitio cuya función es precisamente evitarlos.
Parece que algunos diputados no saben dónde están.
Parecería que en el Congreso hace falta un libro de estilo que marque los límites de lo permisible ayudando a vehicular las discusiones hacia una mejor comprensión de los distintos puntos de vista y posibles puntos de contacto y puentes de unión, dejando aparte todos aquellos escarnios y vulgaridades que solo levantan muros que parecen pretenderse como infranqueables, en un sitio cuya función es precisamente evitarlos.
Parece que algunos diputados no saben dónde están.