El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

lunes, 8 de febrero de 2010

La identidad que nadie tiene derecho a definir a su antojo

Comentaba Joseba Arregi en EL CORREO este fin de semana que es penoso tener que volver una y otra vez a temas que no dan ya más de sí, y que además no poseen un carácter intelectual que permita avanzar en el descubrimiento de nuevas ideas. Y esta vez ha sido el ex lehendakari Ibarretxe el que ha vuelto con la rueda de molino diciendo que "el PP y el PSE están tratando de disolver, de desmontar la identidad vasca".

Algo que el señor Ibarretxe no parece percibir es que hay distintas formas, dentro de la sociedad vasca y no fuera de ella, de definir lo que es vasco, de considerar lo vasco. Para él lo más importante será, probablemente, el derecho a decidir que tiene el pueblo vasco. Y me imagino que en ese pueblo vasco me incluye a mí. Pero quizá no sabe qué es lo que entiendo yo por derecho a decidir, ni qué entiendo yo por pueblo vasco. Yo entiendo que la sociedad vasca sí decidió algo cuando aprobó el Estatuto. 

Y yo entiendo que pueblo vasco es tanto quien cree en el derecho de autodeterminación como quien no cree en tal cosa. Yo entiendo que tan pueblo vasco es el presidente de los populares vascos como el propio Ibarretxe. Yo entiendo que el actual lehendakari, el señor López, es tan pueblo vasco como el presidente del PNV. Es más: considero que lo que ha caracterizado al pueblo vasco a lo largo de la historia son varias cosas. La división primero: un país, una sociedad que ha encontrado a lo largo de la historia demasiadas razones para dividirse y pelearse. En segundo lugar, un país complejo en sus lealtades: consciente de sus diferencias institucionales, pero al mismo tiempo consciente de su integración y participación en ámbitos más amplios de actuación y de decisión que se llamaban España. Sin complejos y a mucha honra. Como Ignacio de Loyola, como Garibay, como Legazpi, como Urdaneta, como Oquendo, como Churruca, como los hermanos Zumalacárregui, tanto el carlista como el liberal, por citar sólo a algunos.

Cuando se limpia la historia de elementos que se consideran extraños a una definición determinada de identidad, se cae en la tentación de hacer lo mismo con quienes en la actualidad continúan con formas de entender la sociedad vasca que tienen raíces en la historia vasca: se extirpan vascos de la definición de identidad vasca.

Y se niega a reconocerlo porque, si lo hiciera, debería extraer consecuencias que le debieran llevar a reformular su nacionalismo para hacerlo compatible con la democracia que, en el fondo, no es otra cosa que la gestión del pluralismo y la complejidad.