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Cada 23 de marzo se celebra esta efeméride en todos los países miembros de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), como en España, por ser la fecha del convenio internacional de esta organización, que se creó en 1950.
Quién no se ha quejado alguna vez de una articulación o alguna cicatriz para augurar un cambio de tiempo. O sentido la pesadez de una día bochornoso o la eufória en un día ventoso, por no citar la sensación de bienestar tras la descarga de una tormenta.
Quién no se ha quejado alguna vez de una articulación o alguna cicatriz para augurar un cambio de tiempo. O sentido la pesadez de una día bochornoso o la eufória en un día ventoso, por no citar la sensación de bienestar tras la descarga de una tormenta.
Y es que el sistema biosfera-atmosfera se interrelacionan constantemente, es decir, la influencia del ambiente sobre los seres vivos (biometeorología). En 1974 Zung ya demostró que los vientos del tipo "foehn" en los Alpes estaban relacionados estadísticamente con un aumento de la agresividad social y la tasa de suicidios.
Bién es verdad que hay personas más sensibles que otras a los factores meteorológicos, como alérgicos, reumáticos, despresivos u operados quirúrgicamente. En general los especialistas médicos en esta temática concluyen que la radiación solar tiene un efecto antidepresivo, lo cual depende de la latitud, del tiempo y las estaciones. Aparece el cuadro de la despresión invernal, por falta de horas de sol. Sin embargo una exposición demasiado prolongada y sin control puede inducir a envejecimiento cutáneo o incluso cánceres indeseables.
Los vientos provocan alteraciones psiquiátricas y cambios de humor, dependiendo de sus características. La tramontana induce a la euforia y nerviosismo, mientras que las brisas mediterráneas del sudoeste (Garbí o Leveche) tienden a producir pesadez y agobio. Las olas de calor, unido a una humedad alta y contaminación, pueden producir alteraciones cardio-vasculares. Una ascenso importante de la humedad se relaciona con problemas reumáticos, como dolores en articulaciones, antuguas lesiones y cicatrices.
Los cambios de estaciones, sobre todo primavera y otoño, producen depresiones, manías y intenciones suicidas. Horas antes de una tormenta aparecen comportamientos de intranquilidad, agresividad y nerviosismo, así como ante un descenso acusado de la presión atmosférica.
Durante las tormentas se invierte el campo eléctrico habitual de la atmósfera (acumulación de iones negativos en la superfície de la tierra) y tras las descargas eléctricas se nota mayor confort y más tranquilidad, sensación de desahogo.
La luna llena también parace inducir a un incremento de la agresividad, mientras que la luna nueva afecta a los depresivos. El calentamiento de la Tierra puede favorecer el desplazamiento de enfermedades tropicales al sur de EEUU y sur de Europa, como el paludismo, la malaria o la enfermedad del sueño (mosca tse-tse).
En fin, que nuestro cuerpo y conductas están más ligadas al tiempo de lo que nos podíamos imaginar. A juzgar por los parámetros descritos parece muy saludable y estimulante nuestra actividad alpinística, lejos de las altas temperaturas, acompañados de un cielo azul radiante, una luz excepcional y menor humedad absoluta respecto al nivel del mar. En las cumbres más siglos nos podremos preservar de la llegada de insectos subtropicales enfermizos y otros virus, aunque venga el cambio climático.