Cada día laborable un capítulo (25/35) |
El sábado acabó en borrachera. Primero fue un café, luego varias copas de vermut, más tarde una comida en el restaurante oriental de la calle Ibáñez de Bilbao regada abundantemente con vino rosado Peñascal, a continuación un par de cubatas sentados en una de las terrazas de la calle Diputación y para terminar un montón de whisky en el Residence. Habían cobrado 2000 euros y no faltaba el dinero. Nordin decidió que por trescientos euros menos no iba a cambiar mucho el estado de su maltrecha economía.
Por esa razón fue imposible madrugar el domingo. A Pedro le dolía la cabeza. Se levantó a orinar a las ocho de la mañana, después de haber dormido seis horas seguidas, y volvió a acostarse confiando en recuperar el sueño y olvidar la resaca que le pesaba más de la cuenta. Pero le costó volverse a dormir. Buscó acomodo en la almohada, se puso de lado, hacia arriba, hacia abajo, pero el dolor de cabeza seguía presente impidiéndole conciliar de nuevo el sueño.