El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

jueves, 16 de agosto de 2012

34-Huida al norte

Cada día laborable
un capítulo (34/35)

         Pedro esperaba impaciente frente a la puerta del café Iruña donde había quedado con Irene a las nueve, media hora antes de que empezara el concierto. Estaba nervioso. Era en muchos años su primera cita con una mujer a la que, sin dinero por medio, quería agradar y conquistar. Había algo en esa mujer, mezcla de pena, resignación y deseos de venganza que le gustaba. Su mirada cobraba brillos distintos cuando hablaba de su familia, de su hijo y de su marido. Al hablar del primero se mantenía al borde de las lágrimas. En cambio, nada más citar la existencia de su marido una desapacible intensidad se adueñaba de  sus ojos claros. 

         Con cinco minutos de retraso vio acercarse a Irene por la calle Berastegi. Llevaba una chamarra de cuero negra, de aspecto juvenil y que llegaba hasta la cintura, un jersey de cuello alto negro y una falda con tonos grises y verdes que no ocultaba las rodillas. Las piernas iban protegidas con unas medias negras y unas largas botas del mismo color y con un moderado tacón. Estaba muy guapa. Irene era una mujer guapa. Ella lo sabía y conocía perfectamente la manera de resaltar sus rasgos.