El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País
viernes, 17 de agosto de 2012
35-Huida al norte
Cada día laborable un capítulo (35/35)
La soleada mañana de Septiembre animó a Pedro a desayunar en la terraza de su casa de Matiko, entre alegrías rojas, geranios blancos, unas flores rosas cuyo nombre desconocía y su mandarino. Se asomó a la gruesa balaustrada de cemento y observó los tejados gastados por el paso del tiempo y, al fondo, las cercanas cimas de los montes que bordean la ciudad por el suroeste. Artxanda era el Norte, a su espalda. El mar no indicaba exactamente ese punto geográfico. Había que buscarlo girando unos pocos grados hacia la derecha.
Mojó un par de galletas en su café. Sus desayunos eran frugales, demasiado según las recomendaciones de los dietistas, pero él no podía, nunca había podido, comerse varias tostadas, piezas de fruta, beberse un generoso zumo de naranja y una taza de café caliente. Él se quedaba exclusivamente con esta última. Y solía acompañarse con unas galletas, un par, poco más. Eso sí, las galletas las escogía. Le encantaban las Chiquilín de Ártiach, desde niño.